Fuente: www.ecoaventuravida.com
ANTIOQUÍA: LA VERDADERA HISTORIA
(EB-28 de julio de 2009)
Por una no santa costumbre,
estamos acostumbrados a contar las cosas a nuestra personal manera, sin
investigar, averiguar, enfrentar opiniones, hablar con los personajes que
intervinieron, etc.….y sobre Antioquía, el pueblo serrano de la Cuenca Media del Río Lurín en
el departamento de Lima, capital del Perú, se dice muchas e inexactas verdades.
Hoy trato de sumergirme en su historia y decir sólo la verdad…..la que es de mi
conocimiento, a través de los promotores y autores de lo que siempre llamo
“Antioquía: un pueblo para el Turismo”.
Era este pueblo en la sierra
limeña, uno de los tantos lugares olvidados, donde las autoridades se acuerdan
de ellos sola una vez al año, cuando celebran su aniversario con pompa, o cada
cierto lejano tiempo cuando quieren ser elegidos o reelegidos…Acabado el
acontecimiento, se convierte en un lugar muerto. Y en el caso de Antioquía, en
un vía crucis sin esperanza para los jóvenes que acabando la secundaria, tenían
que emigrar a la capital ya que allí no existe un instituto, universidad u otros
para seguir estudios superiores. Pero más grave aún, no existe fábricas,
empresas o industrias, que les brinde la oportunidad de trabajo. Quien se
quedaba en el pueblo estaba predestinado por el aburrimiento y la monotonía
cotidiana, a convertirse en alcohólico o depresivo.
Era diciembre del 2003 cuando
llegó a mis manos un mini-CD que hablando de este pueblo, contaba la
experiencia que vivió la gente de Antioquía, cuando un grupo de artistas
plásticos (26) de diferente nacionalidad pasaron un fin de semana allí para
ejercitar cada uno su propia interpretación del pueblo. El paisaje fue el tema
tocado por todos y esto entusiasmó a la gente, que no era usual ver turistas en
el lugar, y menos artistas venidos de diferentes partes. Detrás de este
acontecimiento se encontraba monsieur Francois Oligny que había venido en
representación de la Escuela
de Extensión de la UNAM
en Canadá (Gatineau) para trabajar en las oficinas del Centro de Investigación
y Desarrollo (CiedPerú) de Monterrico-Lima, ONG que hacía buen tiempo estaba
realizando tareas de producción agroindustrial en la zona. Antioquía es un
pueblo productor de frutas ubicado en el valle de Lurín, a 60 Km. de Lima… la idea de
Oligny fue convertirlo en un centro turístico… pero ¿cómo?
Fue cuando se le ocurrió realizar
una subasta de obras de arte donadas por artistas y con el dinero recaudado
destinar a un proyecto-propuesta de desarrollo turístico basado en el arte…es
decir, hacer de Antioquía una obra de arte para que nadie se resista en
visitarlo y así luchar contra la pobreza. En febrero de 2004, recibí una
invitación para participar en el concurso “Colores para Antioquía”. Me sentí
presionado para participar, ya que me llegaron apuntes de los principales
edificios del pueblo que debería en mi caso hacer la propuesta usando color y técnica
libres. Así que a la fecha de entrega del proyecto, personalmente llevé el mío.
Pasaron algunas semanas, y una
mañana temprano en los primeros días de julio, recibí una llamada que indicaba
que estaba como finalista del concurso, junto a otro artista. Horas después, en
la tarde me confirmó monsieur Oligny que no sólo había sido el ganador por el
jurado en Lima, sino que el pueblo había aprobado en su local municipal de
Antioquía, apostando por mi propuesta. Naturalmente, me emocionó mucho el
saberlo, pero debía prepararme para el viernes 9 que me entregarían el premio y
reconocimiento gráfico del asunto. Esto fue a las 7 de la noche en el edificio Petro
Perú de San Isidro. Mucha gente asistió al evento, sumado a mis amigos y
familiares, las autoridades del pueblo (alcalde señor Ángel Mantari), de la
ONG Cied Perú, de Cementos Lima (quién me
entregó un premio pecuniario), el señor Manuel Schwartz R. alcalde de
Cieneguilla, etc. allí mismo se llevó a cabo la subasta de pinturas con éxito.
Ya había sido reconocido mi
premio…pero ¿qué garantía tenía que se realizara mi proyecto?...En fiestas
patrias de ese 2004 me dirigí con mis amigos. David Ramírez, Oscar Álvarez,
Alfonso Moreno y mi sobrino Jorge Ballesteros para realizar el pintado de la
escuela en la plaza principal de Antioquía. En los días que permanecimos allí,
tuve que enfrentar a algunos vecinos que eran contrarios al pintado de mis
motivos naif en sus paredes. Por suerte, en nombre de la ONG se encontraba la señora
Eliana Chávez, quien supo con paciencia explicar a los protestantes las
bondades del proyecto y la realización del diseño en todo el pueblo.
Para octubre de ese mismo año
bajo el lema “Acompáñame a Antioquía”, llevé más de 250 personas a visitar el
pueblo. Coordiné previamente con restaurantes, el alcalde y las autoridades,
los de la ONG y
los pobladores se quedaron sorprendido al ver llegar una caravana de autos,
Custer y camionetas con mucha gente que se interesaba no sólo por conocer
Antioquía, sino por disfrutar los derivados frutales que ellos fabrican:
vinagre de manzana, mermelada de membrillo, jugos diversos, encurtidos, etc. y saborear
sus camarones, el rico clima, la belleza del lugar, etc.
En enero de 2005 se inauguró mi
trabajo en Antioquía con asistencia de algunos ministros del gobierno del
presidente Alejandro Toledo, y la gente que siempre suele estar en este tipo de
eventos en representación de, o por invitación de…al que no pude asistir.
Semanas después y en el mismo
local de Cied-Perú hice entrega a sus autoridades de todas mis sugerencias para
continuar con el pintado y adoquinado pétreo del pueblo, tipo de plantas, cómo
cuidarlas y mantenerlas, tratamiento para el piso de la plaza principal y
calles aledañas, cómo elaborar artesanías que sirvan como “souvenirs” a la vez
que una entrada económica para quienes las trabajen, etc. Ahora el vía crucis
se trasladó a mis colegas artistas amigos, alumnos y exalumnos que me llamaban
cada vez que hablándose de Antioquía en algún reportaje escrito o visual, se
cuenta todo tipo de historias, pero se olviden del artista que imaginó una obra
de arte en sus muros, puertas, ventanas, rejas, iglesia, colegio, municipalidad, salón
comunal, posta médica, restaurantes, casas y otros.
Si bien es cierto son cada vez
más los guías de turismo, las instituciones y los medios que me ubican como autor…debo
confesar que estando en un país como el nuestro, no me preocupa ya el hecho de
que no se me otorgue el crédito de la autoría…Uno se acostumbra a la ingratitud
de nosotros los peruanos, y lo más grave, a la ceguera de los gobernantes y
autoridades…siempre nos acordamos de quienes hacen algo por el Perú en su lecho
de muerte, o cuando el tiempo transcurrió en el permanente olvido. Sumado a
esto, se ha venido usando mis diseños para pintar pueblos en Huarochirí,
Arequipa y otros lugares del Perú, sin mi permiso y sin pago de mis derechos. Se me ha pedido realizar trabajo similar en Canta,
Cajamarca y otros pueblos de mi país, pero me he negado por las razones
expuestas. No es agradable que en mi país no se reconozca mérito de mi
creatividad, y no estoy dispuesto a entablar demandas ni batallar con
sinvergüenzas de uno y otro lado.
La historia de este pueblo estará
escrita y será la “gallina de los huevos de oro”, mientras se respete la
intensidad de los colores, y que al restaurar cada cierto tiempo, no cambie el
diseño original. Los primeros interesados aparte de la gente del mismo pueblo,
deben ser las autoridades de Antioquía, el Ministerio de Turismo, las agencias
de viajes de las municipalidades de Miraflores y Surco, y otras agencias que se
mueven a través de personal que vive o labora de alguna manera para que lleguen
los turistas al lugar.
Mientras como artista, debo
confesar que me mueve el mejor de los deseos porque cada pueblo del Perú se
convierta en atractivo turístico, que genere ingresos económicos a sus
habitantes y a la vez, los niños y jóvenes puedan solventarse allí o fuera, una
profesión, oficio o actividad que permita vivir en condiciones mejores.
ENRIQUE BUSTAMANTE
Antioquía, 9 de julio de 2011
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